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Menos mal que Gabe Bristow vive y respira el credo de los Navy SEAL, "el único día fácil fue ayer", porque hoy, su vida es irreconocible. Cuando su prestigiosa carrera llega a su fin con una estrepitosa parada, lo deja con una pierna mala y pocas perspectivas de empleo que no incluya un escritorio.
Eso es, hasta que le ofrecen la oportunidad de dirigir un equipo de rescate de rehenes privado y liberar a un acaudalado hombre de negocios estadounidense de los rebeldes paramilitares colombianos. Parece un buen trato, –hasta que conoce a su nuevo equipo: un borracho lingüista cajún, un niño-genio analista de amenazas de la CIA, un negociador del FBI con vínculos con el hampa, un vaquero médico, y un experto en EDE, (Eliminación de Explosivos) tan volátil como las bombas que desactiva. Ah, y ¿quién puede olvidar a la atractiva, frustrantemente impulsiva Audrey Van Amee? Ella está decidida a ayudar a rescatar a su hermano – o volver loco a Gabe. Lo que ocurra primero.
Cuando el número de muertes se incrementa, el equipo de delincuentes de Gabe debe encontrar la manera de trabajar juntos el tiempo suficiente para salvar el día. O, al menos, conseguir que no los maten. Porque por fin, Gabe encontró algo por lo que vale la pena vivir, y Dios le ayude si no puede regresarle a su hermano con vida.